LAS CARRERAS DE POSTAS.
Un elemento folklórico-deportivo de la tradición villarrodrigueña lo constituyen las "carreras de postas” en el marco primaveral de la Semana Santa.
Las carreras de postas constituyen una variante de las deportivas carreras de relevos, y situadas siempre en el mismo escenario natural. Su nombre "postas" proviene del relevo de las caballerías de tiro en los correos.
A diferencia con las carreras de relevos que hay dos equipos, en las carreras de postas solo hay un equipo y el segundo está formado por un solo corredor al que se le da una determinada ventaja y se le conoce como "el que corre la posta".
El escenario tiene unas características naturales. La trayectoria de las carreras parten de la antigua era del lavadero, hoy desaparecida, hasta el puente de La Tejera que cruza el río, este primer tramo no está limitado, el corredor puede tomar aquel camino que vea mas conveniente para sus aptitudes, aunque en realidad no existe ningún camino, el tramo está formado por las tierras de labor que constituyen los Quiñones del Lavadero. Este primer tramo es cuesta abajo en contraposición del siguiente que lo constituye la fuerte pendiente de la Cuesta de la Tejera donde por su dificultad se sitúan la mayor parte de los relevos. El último tramo es un camino llano con algunas hondonadas el cual nos lleva al final, a la meta, situada por encima de El Santo y constituida por una especie de cueva natural a la que se llega tras unos cortos pero fuertes terraplenes y en la cual existe una pequeña cueva excavada en la roca a ras del suelo donde hay que introducir la cabeza para conseguir la victoria.
Las carreras de postas se realizan únicamente los días del Jueves y Viernes Santo. Durante la mañana y por la tarde antes o después de los Oficios los espectadores se concentran a lo largo de la carretera de Onsares para presenciar las carreras de los grupos que se van formando.
Cada carrera de postas lleva consigo una apuesta entre el equipo de relevos y el que "corre la posta". Generalmente esta apuesta consiste en una arroba de "cuerva" que se llevará el vencedor y pagará el vencido. Antes de empezar la carrera se determina la apuesta, el número de los componentes del equipo de relevo y el lugar exacto de salida del primer relevo y del que "corre la posta" que a veces pueden variar según acuerdo.
El testigo del equipo de relevos lo constituye el moquero del que "corre la posta" que lo reconocerá si es alcanzado en manos del relevo que llegó a tocarle con el pañuelo antes de que consiguiera meter la cabeza en la cueva.
Una vez realizada la apuesta, los relevos se van situando estratégicamente a lo largo del trayecto en plan deportivo: en camisa o camiseta, con los calzones hasta la rodilla, últimamente en pantalón de deporte y con las zapatillas de subirse a los palos en las carreras de vaquillas de las Fiestas o con unas buenas "albarcas" para poder avanzar por las tierras de labor del primer tramo.
El que "corre la posta" se sitúa al otro lado del puente de La Tejera, en el cruce con el “azagaero" justo casi al principio de la cuesta. A una señal y salida del que "corre la posta" el primer relevo se lanza por los quiñones entre siembras hortales y “civantos” con el pañuelo en la mano y dándose alguna que otra "trapajá" que provoca el murmullo y la risa de los espectadores. Corre a dar el testigo al segundo relevo situado al principio de la cuesta, mientras que el que "corre la posta" avanza lentamente por la pendiente para no "atallarse" y no llegar "esjangolío" al tramo llano donde la carrera se hace más fácil.
Es el momento de hacer conjeturas: lo cogerán o no lo cogerán.
-Poh a mí mi paece qui lo licorcian anteh de llegar a lah olivah
-Quiá hombre, échale el galgo a ese, poh menudah zancáh tiene, eh capah de dejarse atrah al porro.
El que "corre la posta" tras los terraplenes y hondonadas se enfrenta con la última y difícil rampa que le llevará a la cueva de la victoria, echándose al suelo y metiendo la cabeza.
Al final todos unidos en la amistad irán a beberse el “lebrillo” de "cuerva", aunque eso sí, pagándola el perdedor o perdedores y dando paso a otro grupo de competidores o a los mas pequeños que van formando sus grupos e intentan emular el espectáculo de los mayores.
No falta la anécdota del que quiere correr la posta con su burra, se le acepta el reto y se va a la cuadra a por su "aleque" que se convertirá en el centro de atracción de grandes y pequeños. Pero la cuesta es tan sumamente pendiente que el animal lo único que puede hacer es andar y no correr. Pone, pues, el "aleque" al final de la cuesta, cuando empieza el llano, y el que "corre la posta" una vez llegado a este punto hace de jinete hasta que el "aleque" quede "atallao", entonces reanuda su carrera a pie después de un pequeño descanso encima del animal.
Así es, esta tradición tan singular y atractiva que engrandece el rico acerbo tradicional de este pueblo.
Madrid 31-X-1978
Un elemento folklórico-deportivo de la tradición villarrodrigueña lo constituyen las "carreras de postas” en el marco primaveral de la Semana Santa.
Las carreras de postas constituyen una variante de las deportivas carreras de relevos, y situadas siempre en el mismo escenario natural. Su nombre "postas" proviene del relevo de las caballerías de tiro en los correos.
A diferencia con las carreras de relevos que hay dos equipos, en las carreras de postas solo hay un equipo y el segundo está formado por un solo corredor al que se le da una determinada ventaja y se le conoce como "el que corre la posta".
El escenario tiene unas características naturales. La trayectoria de las carreras parten de la antigua era del lavadero, hoy desaparecida, hasta el puente de La Tejera que cruza el río, este primer tramo no está limitado, el corredor puede tomar aquel camino que vea mas conveniente para sus aptitudes, aunque en realidad no existe ningún camino, el tramo está formado por las tierras de labor que constituyen los Quiñones del Lavadero. Este primer tramo es cuesta abajo en contraposición del siguiente que lo constituye la fuerte pendiente de la Cuesta de la Tejera donde por su dificultad se sitúan la mayor parte de los relevos. El último tramo es un camino llano con algunas hondonadas el cual nos lleva al final, a la meta, situada por encima de El Santo y constituida por una especie de cueva natural a la que se llega tras unos cortos pero fuertes terraplenes y en la cual existe una pequeña cueva excavada en la roca a ras del suelo donde hay que introducir la cabeza para conseguir la victoria.
Las carreras de postas se realizan únicamente los días del Jueves y Viernes Santo. Durante la mañana y por la tarde antes o después de los Oficios los espectadores se concentran a lo largo de la carretera de Onsares para presenciar las carreras de los grupos que se van formando.
Cada carrera de postas lleva consigo una apuesta entre el equipo de relevos y el que "corre la posta". Generalmente esta apuesta consiste en una arroba de "cuerva" que se llevará el vencedor y pagará el vencido. Antes de empezar la carrera se determina la apuesta, el número de los componentes del equipo de relevo y el lugar exacto de salida del primer relevo y del que "corre la posta" que a veces pueden variar según acuerdo.
El testigo del equipo de relevos lo constituye el moquero del que "corre la posta" que lo reconocerá si es alcanzado en manos del relevo que llegó a tocarle con el pañuelo antes de que consiguiera meter la cabeza en la cueva.
Una vez realizada la apuesta, los relevos se van situando estratégicamente a lo largo del trayecto en plan deportivo: en camisa o camiseta, con los calzones hasta la rodilla, últimamente en pantalón de deporte y con las zapatillas de subirse a los palos en las carreras de vaquillas de las Fiestas o con unas buenas "albarcas" para poder avanzar por las tierras de labor del primer tramo.
El que "corre la posta" se sitúa al otro lado del puente de La Tejera, en el cruce con el “azagaero" justo casi al principio de la cuesta. A una señal y salida del que "corre la posta" el primer relevo se lanza por los quiñones entre siembras hortales y “civantos” con el pañuelo en la mano y dándose alguna que otra "trapajá" que provoca el murmullo y la risa de los espectadores. Corre a dar el testigo al segundo relevo situado al principio de la cuesta, mientras que el que "corre la posta" avanza lentamente por la pendiente para no "atallarse" y no llegar "esjangolío" al tramo llano donde la carrera se hace más fácil.
Es el momento de hacer conjeturas: lo cogerán o no lo cogerán.
-Poh a mí mi paece qui lo licorcian anteh de llegar a lah olivah
-Quiá hombre, échale el galgo a ese, poh menudah zancáh tiene, eh capah de dejarse atrah al porro.
El que "corre la posta" tras los terraplenes y hondonadas se enfrenta con la última y difícil rampa que le llevará a la cueva de la victoria, echándose al suelo y metiendo la cabeza.
Al final todos unidos en la amistad irán a beberse el “lebrillo” de "cuerva", aunque eso sí, pagándola el perdedor o perdedores y dando paso a otro grupo de competidores o a los mas pequeños que van formando sus grupos e intentan emular el espectáculo de los mayores.
No falta la anécdota del que quiere correr la posta con su burra, se le acepta el reto y se va a la cuadra a por su "aleque" que se convertirá en el centro de atracción de grandes y pequeños. Pero la cuesta es tan sumamente pendiente que el animal lo único que puede hacer es andar y no correr. Pone, pues, el "aleque" al final de la cuesta, cuando empieza el llano, y el que "corre la posta" una vez llegado a este punto hace de jinete hasta que el "aleque" quede "atallao", entonces reanuda su carrera a pie después de un pequeño descanso encima del animal.
Así es, esta tradición tan singular y atractiva que engrandece el rico acerbo tradicional de este pueblo.
Madrid 31-X-1978
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